lunes, 9 de octubre de 2017

¿Qué he venido a hacer en Amsterdam?

Entrar en una cafetería, pedir lo que me apetezca y ponerme a escribir se ha convertido en una de mis aficiones preferidas. Además, soy capaz de crear una burbuja para aislarme del ruido y vivir en mi oasis particular. Me pongo los cascos y comienzo a escuchar esas melodías que atraviesan mi alma, esas canciones que conectan con las letras que llevo dentro y que a través de la tinta del bolígrafo se van uniendo para crear las palabras que necesito para expresar. Y mientras la gente entra y sale de la cafetería me he animado a escribir, escribir para llegar a lo más profundo de mi alma, para llegar a aquello donde nos da tanto miedo llegar. Pero el piropo que me acaban de regalar me ha inspirado: romper con tus miedos se ha convertido en una de tus pasiones...


Es curioso, porque siempre digo que aún tengo mucho que sanar, que sigo sanando y que cada día es una nueva oportunidad para coger la pala y desenterrar lo que yace en la tierra de la inconsciencia. Y eso es lo que estoy haciendo en Amsterdam, lanzarme al miedo para ver qué me quiere decir. Y cuando lo hago no me dice nada, cuando lo hago deja de existir aquello que me intentaba intimidar y limitar, desaparece como un fantasma. ¡Soy capaz! Pero el miedo hubiera apostado toda su fortuna por lo contrario: ¡no serás capaz! ¿Y entonces cómo salimos de dudas? Lanzarnos a hacerlo, a pesar de los miedos. Eso es lo que estoy haciendo en Amsterdam, despejando dudas...

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